Y EL GALLO DIJO BASTA


… llegada una mañana en que estaba harto de marcar el inicio de los días de un mundo que se guiaba por la inercia y que se alejaba, cada vez más, de lo que se suponía que tenía que ser un mundo. Los peones con chaqueta y maletín que obedecían las órdenes olvidando que ante todo eran personas, las monedas que tintineaban marcando la dictadura del capital, la extraña idea de que para ser alguien había que estrenar cada temporada un look de moda…Al gallo se le erizó la cresta, miró al corral, contuvo su canto y dijo basta. A partir de ese momento despertó a otro concepto de cultura.

viernes

El arte abandona las galerias

El gallo continua con los debates y preguntas culturales, soltando globos al aire en cuyo su interior se encuentran temas relacionados con los medios de comunicación, la creatividad, las redes sociales, sobre la gestion cultural, el mercado del arte,etc.el lector quiere estar informado, globos que explotaran y el internauta tendrá la posibilidad de reflexionar y argumentar sobre estos artículos tan en boca de todos.
En uno de estos globos una nueva pregunta ¿El Arte abandona las galerías?


Pregunta con respuesta diferente para cada lector, no es una respuesta rotunda, por mi parte argumento que el Arte si que necesita un espacio físico para ser observadas, para ser admiradas y queridas, para que el espectador contemple su solidez su fuerza y volumen que rodea toda la obra. No olvidemos que el Museo se ha sentido siempre muy cómodo con el registro, la documentación y el tránsito de obras, desconfiando y olvidando los medios digitales y las nuevas tecnologías para dar salida al público hacia la interactividad que la web posibilita: la de sus galerías virtuales, sus espacios telemáticos y sus portales de arte.
La obra permanece plegada, enrollada en sí misma, encuadernada en sí misma, por así decirlo cerrada. Su día de exposición y despliegue no es hoy, tal vez ya no lo sea, tal vez no lo sea nunca. No obstante tiene una forma de existencia, aunque no una del tipo habitual. La presencia de la obra no es ni la presencia de su valor ni de aquello que contiene de visible. No se revela en su plenitud, se mantiene en un ángulo agudo respecto al mundo, la curiosidad no puede leerla hasta el final y consumirla, la mirada choca con las cubiertas. En algunos casos el pliegue es tan denso que uno ni siquiera puede convencerse de si en realidad hay obras en el interior. Uno vacila involuntariamente entre dos hipótesis: dentro hay algo, dentro no hay nada.
Las obras no dejan percibir nada sobre sus experiencias con paredes y galerías, no tienen que contar nada de antiguas historias donde han sido expuestas, para ellas el momento de exposición es repentino y casual, están inmóviles sin salirse del margen, humildes como estanterías colgadas, puestas, no expuestas, colocadas unas junto a otras y otras junta a ellas. Si las sacamos de la galería, ¿estarán tristes esas obras?, ¿tendrán nostalgia de las grandes paredes blancas? Me imagino que para una obra le da igual que sea expuesta en un Museo, que en una galería virtual, lo que cuenta para ella es ser vista, no seamos ingenuos, el negocio del arte es un sistema de celos. En él el deseo de las obras consiste en convertirse en objetos de deseo.
Javier Soria Ortega

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