Y EL GALLO DIJO BASTA


… llegada una mañana en que estaba harto de marcar el inicio de los días de un mundo que se guiaba por la inercia y que se alejaba, cada vez más, de lo que se suponía que tenía que ser un mundo. Los peones con chaqueta y maletín que obedecían las órdenes olvidando que ante todo eran personas, las monedas que tintineaban marcando la dictadura del capital, la extraña idea de que para ser alguien había que estrenar cada temporada un look de moda…Al gallo se le erizó la cresta, miró al corral, contuvo su canto y dijo basta. A partir de ese momento despertó a otro concepto de cultura.

viernes

INVENTAR EL DÍA A DÍA


Extracto de las definiciones de la RAE (Real Academia Española):

CREATIVIDAD

1. f. Facultad de crear.

2. f. Capacidad de creación


Crear (Del lat. creāre)

1. tr. Producir algo de la nada.

2. tr. Establecer, fundar, introducir por vez primera algo; hacerlo nacer o darle vida, en sentido figurado.


Creación (Del lat. creatĭo, -ōnis)

1. f. Acción y efecto de crear (establecer).

2. f. Acción y efecto de crear (instituir).

3. f. Acción de crear (hacer a alguien lo que antes no era).

4. f. Acto de criar o sacar Dios algo de la nada.

5. f. mundo (conjunto de todas las cosas creadas).

6. f. Obra de ingenio, de arte o artesanía muy laboriosa, o que revela una gran inventiva.


COTIDIANO, NA (Del lat. quotidiānus, de quotidĭe, diariamente).

1. adj. diario.

Diario, ria (Del lat. diarĭum)

1. adj. Correspondiente a todos los días.

2. m. Relación histórica de lo que ha ido sucediendo por días, o día por día.

3. m. Periódico que se publica todos los días.

1. loc. adv. Todos los días, cada día.

de diario.

1. loc. adv. a diario.

2. loc. adj. Dicho de un vestido: Que se usa ordinariamente, por oposición al de gala.


CREATIVIDAD COTIDIANA


¿Se puede ser creativo de manera usual, diaria, casi por costumbre? ¿No son demasiado mates los días para buscarles el brillo de la creatividad? Depende, si entendemos por creativo una capacidad artística, entonces estaría reservada a unos pocos y dependería de humores, amores y estados de ánimo.
El arte es expresión y para alcanzarla a veces hay que inventar cosas, otras sólo basta con transformarlas, descontextualizarlas, sacarlas de su urna de protección cotidiana. Pero no sólo el arte es creativo, hay cientos de pequeñas y honrosas acciones que requieren de inventiva para salir adelante. Algunos ejemplos:
Comer y encontrar qué llevarte a la boca
Formar un atuendo que vista tu cuerpo dormido cada la mañana
Encontrar el hueco que te permite colarte en el metro sin pagar el transporte
Formular la respuesta que explica (sin ofender) a tu jefe porqué este sábado no vas a ir a la oficina

La creatividad se aplica a la hora de organizar la limpieza en casa, en la búsqueda activa de planes para el fin de semana, en la compra de tus primeros muebles o en salvar de la basura aquel calcetín descosido. No utiliza su capacidad creativa para encontrar soluciones quien arregla el menú de una cena en casa llamando a Telepizza, quien se compra la ropa por conjuntos para tirar de modelos hechos cada mañana o quien responde que sí siempre, en todo momento, evitando reflexionar qué consecuencias podría tener arquear los labios y juntar la “n” con la “o”, no.
Es más fácil comprar una ensalada preparada en la sección de precocinados, copiar el modelo de la página siete del catálogo que cogiste en la tienda, llevar el peinado del cantante de aquel grupo inglés tan de moda y para las camisas, durante toda esta temporada, siempre cuadros (no pienses si te gustan o no, si te sientan bien o mal, si prefieres las telas lisas: los escaparates están llenos de estampados escoceses así que, hasta la primavera al menos, se acabaron las rayas).
En la empresa, trabaja sin conocer la utilidad que se dará a lo que estás haciendo, y no preguntes, no vaya a ser que te enteres de cosas que no te gustan o que veas que hay una manera de hacerlo mejor, más rápido. Entonces tendrías que cambiar tooodo el sistema y, qué infierno, crear uno nuevo
Cada mañana das un beso a tu pareja cuando vuelves de la ducha, ella todavía está en la cama. La despierta, sale perezosa de entre las mantas, os vestís y vais a por el desayuno.
Los sábados por la mañana llamas a tu hermana para ver cómo le ha ido la semana y le preguntas si irá el domingo a comer a casa de los papás. Si falla, te escaqueas. Si cumple, tú cumples como la que más.
Pero, ¿por qué no hablar con tu hermana un jueves?, ¿por qué dar el beso siempre después y no antes de la ducha?
Una cosa son las costumbres, otra es la falta de espontaneidad. Interesa que no seamos espontáneos, interesa que se instale la costumbre como censura. Siempre lo mismo, a la misma hora. El resultado siempre será igual. No habrá inquietud que nos despierte el estómago, no habrá lugar al fracaso: con el conjunto de la página siete del catálogo de Mango no puedo ir mal.
La elección se reduce a minimizar las posibilidades de error. Cuanto menos arriesgas, menos pierdes. Si constantemente digo que sí no ofendo y, si me equivoco, la culpa será de otros. Si la ensalada está mala, es porque los de Mercadona no la hacen bien. Si los cuadros me sientan como una horca, es porque la moda de este año no favorece, y si nunca asciendo, es porque no tengo enchufe. Adiós responsabilidad.
Pero, ¿y si un día me hago mi propia ensalada y está deliciosa?, ¿y si llamo un jueves a mi hermana, la encuentro preocupada y consigo que saque del escondite alguna pena?, ¿y si me salto los cuadros a la torera y me pongo aquella camisa verde hoja de hace un par de años que me sentaba tan bien? Al salir a la calle el aire es distinto. La piel empieza a despertarse, desaparece algo de la anestesia que nos tiene adormecidos. Los pasos empiezan a no ser un medio para llegar al tranvía, se convierten paulatinamente en un camino. Los demás no son modelos que imitar para evitar salirse de la norma, comienzas a ver caras en los rostros, a creer que algunos de ellos podrían ser distintos y a sopesar que, quizá, esa diferencia te agrade.
El objetivo ya no será sólo minimizar el riesgo, comprendes lentamente a que la elección puede ser la búsqueda de un placer, romper con alguna costumbre o vaciar el saco del miedo. Pero nada de revoluciones, los cambios, mejor que sean lentos, que vayan calando despacio, que se interioricen hasta dejar de ser distintos y sientas la necesidad de un nuevo cambio. La cotidiano no tiene porqué ser costumbre. Siempre puedes variar pequeños detalles del día a día, no hay razones para que solucionar nuestras discretas necesidades se convierta en un aburrido recital de normas no escritas. Y si la ensalada te sale mala, al menos era tuya, y a la próxima, te saldrá mejor.
María García Torres

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